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jueves, 26 de mayo de 2016

Cartas al amor libre, vol 2

Locura transitoria 


El amor es una locura transitoria que une a dos personas de carne y hueso en una conexión donde no existen cuerpos ni se precisan palabras.

Conexión de almas.

Instantes de comunicación en ausencia, momentos de oratoria y roces de cuerpo y cafés y cigarrillos.
Cigarrillos... Qué palabra mas absurda.
Cafés y cigarros. El humo del cigarro dibuja sonrisas en este aire cargado de olor a café y sudor de amantes y música aleatoria.

Conexión mental a pares. Un ombligo de cabeza a cabeza, de pecho a pecho. Intestinos conectados.
Almas capaces de hablarse incluso con silencios. Almas que crean poesía con el contacto de la carne como complemento al resto.

¿y luego?
Nada.


Montones de nada.

Cafés y cigarrillos en solitario. Copas y cigarros en compañía.


El transitorio amor en un planeta donde sobran habitantes. Todo es rápido y violento en este siglo XXI.

El amor es cínico, hoy en día, mientras veo a nuestros abuelos y coetáneos manteniendo matrimonios comprometidos, frustrados, felices, locos, razonables, viudos.

Tienen ese intenso sentimiento siempre presente y duradero incluso tras la muerte. 

Aunque quizá, pienso a veces, al final solo sea una batalla contra la soledad. Esa vieja amiga que acecha en los momentos menos esperados.

Pero qué vamos a decir en un mundo donde ya no hace falta tanto buscarse la vida. Quizá sí, pero de otra manera. Pero lo que si tengo claro es que ahora tenemos una gran ventaja:


Tenemos más respuestas.

Ahora tenemos Internet y la capacidad de adelantar el momento. Ya no estamos contentos con vivir el presente (carpe diem, lo llaman). Ahora, si quieres sexo, solo debes sentarte ante el ordenador y manejar una barra de vídeo donde tienes sobre las posturas y variedades más exquisitas con nombres anglosajones bastante curiosos.

O entrar en ciberlugares donde gente aburrida y sin dinero vende su imagen desnuda a gente solitaria que busca amor en Internet. 

O usar aplicaciones de contactos.

Aquí todo vale, todo es apto.

¿Para que queremos amores duraderos? 


Lo tenemos en distintas formas a todas horas en nuestro bolsillo, en nuestro ratón.

Dispersemos el amor, es la nueva filosofía.

Queremos cambios continuamente. Amor cínico. Transitorio. Rápido.

¿Pero quien dice que eso sea malo? 


Si no probamos cada opción, con cada habitante del planeta que nos genere simpatía... ¿como sabremos quien es realmente el verdadero amor de nuestra vida?

¿Y si resulta que al fin reconocemos que el único amor de nuestra vida somos nosotros?

Mucho tiempo escuchando el clásico cuento de hadas que nos ha transmitido nuestra sociedad patriarcal basada en sus clásicos valores judeo-cristianos: nace, crece, cásate, y sé feliz.

Pero que nunca se nos olvide lo más importante: la misión no debe ser sentirse amados (salvo por nosotros). La verdadera respuesta, y quizá esto no lo encuentres por Internet, es amar. Puro amar el momento, sea como sea, y a cada ser de este planeta.

Todo se resume en eso, al final: ama.

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