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lunes, 11 de abril de 2016

Relato: Una de zombies

La calle podrida a través de las ventanas. Putrefacción andante alrededor del edificio que hace de protección. El hedor a carne en descomposición elevándose hacia el segundo piso. Pero nos reconfortaba que aquí estuviésemos un poco ajenos a él.

Foto tomada durante el rodaje de Insania, cortometraje realizado en el IES Politécnico en el que fui extra.

Deadkiller y yo nos encontrábamos en una casa maravillosa, admirando desde las ventanas la brutalidad de aquellos rostros que no acababan de aceptar la muerte. Llevábamos un rato bebiendo vino del almacén, para tomarnos un respiro mental, y las cuestiones filosóficas no se hicieron esperar.
Cuando estás rodeado de zombies, te da por usar lo que a ellos les falta.

- ¿Sabes? - dice Deadkiller -. Pensé mucho en este momento... el fin del mundo. Me cachondeaba de eso cuando lo veía, y resulta que al final existe. Y lo estamos viviendo...
- ¿Quién te dice que en realidad no estamos muertos como ellos? - y señalo hacia las bestias de ahí fuera.
- Quizá ese hedor que se eleva hasta mi nariz, o el nombre de mierda que me he puesto por matar muertos. Si fuera uno de ellos estaría abajo. Aunque pensándolo bien, sería el camino más fácil... y la cosa cada vez está más fea.

Antes de que todo se jodiera, teníamos otros nombres. Otras vidas.

-  Nunca has sido de ir por el camino fácil. Yo en ese aspecto me sorprendo... no sé cómo he aguantado tanto...
- Te lo dije. Tienes esa luz. Te lo dije cuando confesaste tener miedo a sacar tu proyecto adelante, y te lo digo ahora que es imposible. Eres creativo, pero demasiado cuidadoso. Dime, ¿ahora tienes miedo?
- Se tiene miedo cuando hay algo que perder. Creo que ya sobre pasamos ese punto.

Deadkiller ríe satisfecho, como si hubiese leído la frase de un sobre de azúcar y hubiese aprendido algo. Levanta la copa al aire y dice:
- Por las caídas.
- Por las caídas.

Deadkiller tenía su propio negocio. Una web que había ayudado a muchas personas a las cuales ahora se le caían trozos del cuerpo, desmembrados y sufrientes. Sabía lo que era el miedo, lo que era tenerlo todo y perderlo de repente.

Yo solo era un aprendiz de la vida, cuando esta se tornó en una puta locura.

- Mira. Si hay algo que he aprendido en este mundo, es que solo puedes fiarte de ti mismo, en primer lugar. En segundo lugar, fíate de quien te apoya por amor, sin esperar otra cosa que el progreso de quienes le rodean. Ahora vivo una representación gráfica del mundo. Avanzar ahora que todos quieren comerse nuestras piernas no es muy diferente de lo que había antes. Vale, echo de menos echar un polvo, y puede que eso me altere a veces. Pero soy feliz, porque tengo un objetivo: vivir. De hecho, he aprendido algo imprescindible. Mi nueva gran verdad. La nueva gran verdad del mundo...

En ese momento, vino un zombie, se acercó a Deadkiller y le pegó un mordisco en el cuello. Se desangró hasta morir y nunca supe qué había aprendido. De su cuello brotaba un monton de nueva gran verdad del mundo.

Es broma...
- He aprendido que ahora nada de lo que hice hasta ahora tenía tanto sentido como le daba. A veces me frustaba cuando algo no salía bien o cuando alguien hacía mal su trabajo, o incluso cuando yo lo hacía mal. Pasaba un tiempo, y me relajaba. Ahora miro ahí fuera y pienso: al final, siempre tuve lo más importante.
- ¿Y me vas a dejar con la intriga? - digo, cansado de sus silencios.
- Tenemos la vida. Al final, el principal objetivo debe ser vivir hasta que nos toque despedirnos, y agradecer nuestra despedida cuando toque. Hay que tomarse la vida menos en serio de lo que lo hacía. Sí... hay que saber ganar, pero sobre todo hay que saber perderlo todo. Pero ya estoy hasta los cojones de hablar. Nos estamos quedando sin vino.
- ¿Te apetece entrenar?

Deadkiller asiente, cogemos las espadas de decoración recientemente afiladas, los bates de beisbol auxiliares, y salimos a partir cráneos. Dolor inesperado en el hombro derecho de Deadkiller. Sangre viva. Lo han mordido. Me sonríe.

No me sale ni una lágrima. Me cargo a los que quedan, le doy el pésame.
- Sigue luchado - me dice -. Aun tienes que echar un polvo en el nuevo mundo zombie... seguro que hay alguna guerrera cachonda por el mundo. Pero sobre todo, no te olvides de vivir. Cuidado, detrás...

Me giro, corto un nuevo cuello muerto, y cuando veo a Deadkiller, es ya víctima de su propia espada. Aunque sus dos sienes han sido atravesadas - con gran maestría, todo sea dicho -, aún sonríe.

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